Democracia como forma de vida

La permanencia del orden republicano no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología ni con la voluntad autocrática de poder. O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y la voluntad autocrática de poder en la razón.







Juan Germán Roscio

Juan Germán Roscio

Reivindicar la historia

Debemos hacer resonar las campanas de la historia para recordarnos que alguna vez (1958-1998) el pueblo de Venezuela existió como una República civil, en la cual la justicia, la razón y la amistad cívica fueron los pilares de nuestra convivencia pacífica.

Firma del Pacto de Puntofijo (Caracas, 31 de octubre de 1958)

lunes, 5 de julio de 2010

Libres // Juan Miguel Matheus

En el libro “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl*, se leen unas palabras que son útiles para describir la actitud que debe impulsar la lucha actual de los venezolanos. Afirma Frankl: “Dostoyevski dijo en una ocasión: ‘sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos’. Y estas palabras retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo [de concentración nazi], cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”.

Para nadie es un secreto que los venezolanos estamos viviendo momentos excepcionales, en los cuales se prueban nuestras condiciones para resistir el mal y cultivar la esperanza. Las circunstancias han llegado a complicarse de tal modo que el reto es –precisamente– lograr convencernos a nosotros mismos, en cabeza y corazón, de que vivir en Venezuela sí tiene sentido y propósito. O dicho de otro modo: hoy nos corresponde asumir con madurez, tanto personal como de pueblo, que lo que sufrimos da sentido y propósito a nuestra existencia concreta, como venezolanos que somos, en esta Venezuela del siglo XXI, tan lacerada por la fuerza destructiva de quienes gobiernan.

Es verdad que externamente se arrebata nuestra libertad (social, política y económica). Y también es verdad que se pretende irrumpir en las conciencias de los venezolanos para echar mano de nuestra libertad interior. Pero aquí aparece la enseñanza de Frankl: ¡no hay dominación posible en el fuero interno! No hay circunstancia exterior, por grave que luzca, que pueda ahogar nuestra ilusión íntima de hacer resplandecer el bien y la verdad en nuestras conciencias y en Venezuela. Ningún poder, por grande y arrogante que sea, puede erradicar del corazón de los venezolanos el deseo de ser plenamente libres. Por eso resistimos y seguiremos resistiendo todos los intentos de hacernos vivir en la injusticia.

A pesar de las apariencias, los venezolanos tenemos por delante un panorama esperanzador. Somos libres en lo interior. Nada ni nadie puede evitarlo. Eso quiere decir que está abierta la puerta que conduce a la libertad exterior, que están minadas las bases del totalitarismo. Anclados en la libertad espiritual, haciéndola rebosar, devolveremos la libertad a Venezuela. Para ello tenemos que aprender a sufrir. Debemos aspirar a ser, como Dostoyevski, dignos de nuestro sufrimiento. Se trata de colocarnos en una mejor posición para dar la pelea. Es entender que existe una misteriosa relación, directamente proporcional, entre nuestra capacidad de humanizar el sufrimiento y la libertad de la cual podamos gozar. De ese modo pasará este torbellino de mal. Será derrotado en virtud de la fortaleza interior de los venezolanos.

jmmfuma@gmail.com
Twitter: @JuanMMatheus

*Psiquiatra austríaco (1905-1997). Judío de religión. Sobrevivió al holocausto nazi luego de haber sido confinado, junto a su esposa y a sus padres, al Theresienstadt, un campo de concentración instalado en su país de origen. En 1944 fue trasladado a Auschwitz, en donde siguió nutriéndose de las experiencias humanas que lo llevarían a fundar la logoterapia, conocida como la tercera escuela vienesa de terapia psiquiátrica.

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