Democracia como forma de vida

La permanencia del orden republicano no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología ni con la voluntad autocrática de poder. O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y la voluntad autocrática de poder en la razón.







Juan Germán Roscio

Juan Germán Roscio

Reivindicar la historia

Debemos hacer resonar las campanas de la historia para recordarnos que alguna vez (1958-1998) el pueblo de Venezuela existió como una República civil, en la cual la justicia, la razón y la amistad cívica fueron los pilares de nuestra convivencia pacífica.

Firma del Pacto de Puntofijo (Caracas, 31 de octubre de 1958)

martes, 25 de mayo de 2010

Chávez relativista // Juan Miguel Matheus

Las dos semanas anteriores dedicamos nuestros artículos al relativismo y a la ley natural. Lo hicimos desde una perspectiva general. Sostuvimos que el relativismo es, en el fondo, una negación de la ley natural, que priva de referentes morales tanto a las personas concretas como a los sistemas políticos y sociales. Bajo la dictadura del relativismo la ley natural no puede ser el fundamento de la convivencia democrática, pues el vacío moral que caracteriza a esta autocracia contemporánea conduce a que “el humor de las mayorías o de los más fuertes se convierta en el criterio del bien o del mal” (Benedicto XVI).

Ahora queremos concretar ambos temas en la situación venezolana. El epicentro de nuestra crisis política y moral está en la verdad. El régimen de Hugo Chávez se sostiene por la mentira sistemática, es decir, por la negación generalizada y deliberada de la verdad que representa la ley natural. Para ello cuenta con el aparato de poder estatal, con los recursos de las arcas públicas y con la estructura propagandística de la revolución. El régimen no hace más que imponer por la fuerza su “verdad relativa” e inhumana, su visión del hombre y de la sociedad: el marxismo.

Piénsese en la siembra del odio y del resentimiento, en el fomento de la lucha de clases, que tienen como oficio los personeros del régimen. Piénsese en el adoctrinamiento ideológico con el cual se emponzoña a nuestra juventud y se secuestra el futuro del país. Piénsese en el afán de hacernos vivir en la zozobra y en el miedo, en la instrumentalización de la justicia penal con fines de terror, que están sufriendo los comisarios Simonovis, Forero y Vivas, así como todos nuestros presos políticos. Piénsese en la pretensión de aniquilar la libertad de pensamiento, de imponer un pensamiento único, de criminalizar la opinión y la disidencia. Piénsese en la devastación de la economía y de la propiedad privada para esclavizar a los venezolanos, para hacer depender la satisfacción de sus necesidades básicas –cuales siervos– del poder omnímodo de Hugo Chávez. ¿Acaso no es verdad que todas las anteriores son situaciones de injusticia, que vulneran la dignidad humana y, por lo tanto, la ley natural? Sí, es verdad. Y no hay estructura de poder ni aparato propagandístico que puedan ocultarlo.

En este punto queremos llamar la atención sobre lo siguiente: la caída del régimen llegará cuando quienes lo adversen entiendan que debemos luchar por la verdad y por la justicia contenidas en la ley natural, y no meramente por derrotar situaciones con las cuales estamos en desacuerdo. La tarea política –si es honesta– tiene que ser concebida como un servicio a la verdad, no a nosotros mismos. Dentro de nuestros líderes de oposición hay algunos que luchan por reivindicar la ley natural y rechazan el relativismo. Nos consta. Pero la mayoría de ellos no lo hace. Conciente o inconcientemente siguen albergando ese venenoso relativismo, que tanto favorece a Hugo Chávez. A ellos queremos recordarles unas palabras de Juan Pablo II: “verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente”. Sólo anclados en la verdad recobraremos la auténtica libertad. Lo lograremos.


jmmfuma@gmail.com
Twitter: @JuanMMatheus

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