Haciendo alarde de su chispa criolla, Andrés Eloy Blanco solía decir que “pocas cosas hacen tanto ruido como un carro viejo o un diputado nuevo”. Tal afirmación ayuda a orientar la lucha que libra la oposición para rescatar la AN. A la pregunta sobre cuál debe ser el programa de la Mesa de la UNIDAD para las elecciones de 2010 y para la actividad parlamentaria en la renovada AN, responderíamos que éste ha de ser, sin dudas, el mayor ruido posible al decir la verdad sobre el chavismo. Decir la verdad al legislar y decir la verdad al controlar la acción del Gobierno. Se trata de lograr que, desde la AN, el bullicio de la verdad acalle la algarabía de las mentiras que sostienen a este régimen. De lo contrario se le haría un enorme favor a Chávez y nos alejaríamos de la liberación de Venezuela. Los curules en la próxima Legislatura sólo tendrán valor para la lucha democrática si se les convierte en medios para desenmascarar al régimen.
La experiencia de los países que han sufrido y derrotado regímenes totalitarios demuestra que los puntos de quiebre comenzaron cuando quienes luchaban por la libertad se zafaron de los discursos mentirosos de esos regímenes, cuando los líderes se empeñaron en desmontar la realidad paralela impuesta por los discursos oficiales. En ese sentido, nada corroe tanto las bases (in)morales del régimen de Hugo Chávez como la denuncia perseverante de las mentiras sobre las cuales se edifica su existencia. Sólo entonces puede saltar a la vista que, como diría Vaclav Havel a la comunidad cubana de Florida en el año 2002, “el rey está desnudo y el misterioso resplandor de la palabra libre y del comportamiento libre son mucho más fuertes que el más poderoso ejército, que la policía, que las estructuras de las organizaciones del partido o del máximo poder de la economía gestionada centralmente y centralmente destruida, y de los medios de comunicación centralmente avasallados, los principales cultivadores del lenguaje mentiroso de la utopía oficial”.
Así, la AN podría ser escenario propicio para destruir esa realidad paralela que aliena nuestra identidad de pueblo y extravía nuestra marcha histórica. El objetivo real sería demoler la simbología en torno a la cual se articula y cobra vida la revolución bolivariana. Una de las funciones primordiales de los Parlamentos es servir de caja de resonancia a través de la cual los parlamentarios y los partidos orientan y conforman todos los niveles de la opinión pública. La Mesa de la UNIDAD –y con ella todo aspirante a diputado– tiene el deber de asumir que el ejercicio de la representación de la sociedad venezolana demanda conformar la opinión pública en torno a la verdad sobre la naturaleza totalitaria del régimen. No hay programa más necesario ni más eficaz desde el punto de vista político y moral. No hay arma más poderosa. Eso es, además, lo que ansían sedientamente los venezolanos. Esperemos el bullicio.
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Twitter: @JuanMMatheus
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