La fuente de la violencia de los últimos días no está en las manos blancas de los estudiantes. Está en las feroces injusticias procedentes del régimen de Hugo Chávez. Traerlo a colación es oportuno porque cada vez que el régimen muerde con su colmillo totalitario al Movimiento Estudiantil comienza una humareda de confusiones. Por un lado se disparan mentiras oficiales para mostrar a Chávez como un amante del orden constitucional, que no reprime sino a “provocadores, violentos, golpistas y apátridas”; y, por otro, se oyen las voces prudentes de algunos que desenfocan la lucha porque confunden no-violencia y pacifismo con la renuncia a los propios derechos.
Que la injusticia exista en la vida del hombre es un misterio. Así lo recordó recientemente Benedicto XVI. En su Mensaje para la Cuaresma 2010 se lee que “la injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal”. Lo que el Papa dice es corroborado por la historia. Los totalitarismos del siglo XX fueron desbordamientos de injusticias detrás de los cuales siempre hubo voluntades humanas concretas: Hitler, Stalin, Mao, etc. El totalitarismo evidencia que son los hombres quienes violentan la naturaleza humana y quienes crean situaciones de injusticia en las sociedades; lo cual coincide, en su esencia, con lo que ocurre en Venezuela.
La violencia se produce, entonces, cuando los estudiantes, con sus manos blancas, resisten tal desbordamiento de injusticias saliendo a las calles a protestar, a gritar la verdad y a ejercer sus derechos, es decir, cuando se rehúsan a vivir una vida de injusticias. En este punto el régimen pone la violencia. Trae consigo la represión como medio para eliminar esa resistencia, para obligar a vivir en la injusticia. Todo cuanto el régimen hace en este aspecto a través de los órganos de seguridad del Estado o a través del paraestado encabezado por Lina Ron tiene como objeto el despliegue absoluto, el desahogo total, de las injusticias en las cuales pretenden hacernos vivir quienes nos gobiernan.
En este sentido, la lucha de los estudiantes es invalorable en estos tiempos. Es rebeldía ante la injusticia, es una opción por la humanidad del hombre. Su reto es plantarse firmemente ante el régimen para que, a pesar de los riesgos de sufrimiento físico y/o moral que ello trae consigo, quede claro que los venezolanos somos humanos y, como tales, no merecemos vivir la miseria de una vida injusta. Los estudiantes no son violentos y están muy lejos de serlo. Por eso, a pesar de las mentiras oficiales y del susurro de las voces prudentes, deben seguir adelante con la pelea La estudiantil debe ser, en definitiva, una lucha de humanización, que ansíe derrotar el mal con el bien. Así se han vencido los totalitarismos de la historia. Así volverá la libertad a Venezuela.
jmmfuma@gmail.com
Twitter: @JuanMMatheus
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