Democracia como forma de vida

La permanencia del orden republicano no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología ni con la voluntad autocrática de poder. O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y la voluntad autocrática de poder en la razón.







Juan Germán Roscio

Juan Germán Roscio

Reivindicar la historia

Debemos hacer resonar las campanas de la historia para recordarnos que alguna vez (1958-1998) el pueblo de Venezuela existió como una República civil, en la cual la justicia, la razón y la amistad cívica fueron los pilares de nuestra convivencia pacífica.

Firma del Pacto de Puntofijo (Caracas, 31 de octubre de 1958)

sábado, 20 de marzo de 2010

El silencio de la democracia // Entrevista a Francisco Plaza por Javier Conde

Fuente: EL NACIONAL - Domingo 13 de Diciembre de 2009

El silencio de la democracia será a la vuelta de un par de meses el título de un libro en el que Francisco Plaza explorará las causas de la reciente vulnerabilidad de las democracias frente al resurgimiento de ideologías de inspiración totalitaria. Por ahora, es un ensayo de casi 80 páginas que integrará Diez años de Constitución: 1999-2009, una obra que prepara el Centro de Estudios de Derecho Público de la Universidad Monteávila.

Silencio en oposición a bulla.

La bulla de la revolución. "No es la bulla sino el silencio lo que en realidad refleja si una sociedad traduce en su acción común los principios que la animan", escribe. Y él piensa que mientras menos se invocan esos principios más sólidamente se encuentran enraizados en el alma colectiva. Y en invocaciones de principios ­mañana, tarde y noche, en días laborales y feriados­ se han ido estos 10 años largos.

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Se cumplen 10 años de la Constitución de 1999, ¿cuál es la evaluación que hace de este período? ¿Es todo negativo? ¿Hay alguna ganancia para la sociedad en su conjunto? ­

Venezuela ha sido ocupada por un movimiento político de dominación total, cuyo proyecto ha sido absorber progresivamente todos los espacios de actividad de la sociedad, para eventualmente invadir la propia conciencia de las personas. Esta fuerza invasora pretende lograr una sociedad sumisa, de hombres y mujeres doblegados a la verdad única del líder revolucionario.

­¿Cuáles son los "puntos de encuentro" de la sociedad venezolana que usted considera que, paradójicamente, agravan la situación de enfrentamiento, división o ruptura? ­

Hemos olvidado que la democracia es una forma de vida y no simplemente un conjunto de procedimientos para resolver nuestras diferencias a través del voto. La existencia de valores compartidos sobre la vida humana y su libertad es el fundamento indispensable para una vida democrática verdadera. Al reducir nuestra democracia a lo estrictamente electoral, hemos abierto las puertas a un régimen que niega el valor de la libertad y que por tanto manipula y distorsiona sin escrúpulo alguno los procedimientos democráticos para imponer su proyecto de dominación.

­En su ensayo, prefiere hablar de régimen totalitario y no de dictadura. ¿Cuál es la importancia de hacer esa distinción desde el punto de vista del ejercicio político? ­

Lo primero es reconocer que en Venezuela nos gobierna una autocracia, pues no tenemos un gobierno de leyes e instituciones sino un régimen totalmente determinado por la voluntad del líder. Pero se trata de una autocracia particular, muy distinta a dictaduras anteriores en nuestra historia que no buscaban invadir todos los aspectos de nuestra vida ni aspiraban imponer un proyecto ideológico para conducir a la sociedad a un supuesto futuro de plenitud. Chávez, como líder de espíritu totalitario, cree haber identificado la raíz del mal en la historia ­atribuye todos los males y sufrimientos del mundo al capitalismo salvaje del imperialismo yanqui ­ y entiende por tanto que todo en la política finalmente se vincula con una heroica batalla contra este enemigo.

­¿Cree usted que el régimen venezolano someta al veredicto de las mayorías la preservación o no de las libertades fundamentales indispensables para el desarrollo de la persona? ¿O ya lo está haciendo? ­

Es lo que ha estado en juego, implícita o explícitamente, en cada proceso electoral de estos 10 años. De manera explícita, por ejemplo, fue así con el proyecto de reforma de la Constitución. Desde luego, para el régimen el respaldo electoral es útil como credencial de legalidad, pero no indispensable, pues si acaso no logra obtener la mayoría, continúa restringiendo las libertades y extendiendo su dominación por la vía de los hechos, a través de decretos y órdenes del líder que son inmediatamente convalidadas por los otros poderes del Estado. En el esquema totalitario, nada puede detener u obstaculizar la marcha del proceso revolucionario.

­Escribe usted que "en el punto donde comienza la independencia de la existencia individual termina la jurisdicción de la soberanía popular". ¿Quién y cómo se define ese punto? ­

Un principio básico de una democracia verdadera es el reconocimiento de una esfera íntima en la vida de cada ser humano, que debe permanecer fuera del alcance del Estado y no sometida al veredicto de la soberanía popular. Me refiero a las convicciones morales, la vida en familia, la educación de los hijos, la fe religiosa, los proyectos de vida, etc. Pero en Venezuela, con cada nueva ocurrencia del líder, el régimen va progresivamente invadiendo estos espacios de la vida personal. Esto en buena parte explica la permanente inquietud, zozobra y sensación de asfixia que acompaña la vida del venezolano.

­Los procesos totalitarios son movimientos de destrucción permanente, dice usted, y añade que el líder totalitario siempre necesita algún conflicto para mantener la dinámica del proceso. La calma y la armonía son enemigos mortales para la vitalidad del proceso.¿Una política adversa debería buscar, entonces, lo estable, la confrontación menos directa? ­

Como el paraíso revolucionario es irrealizable y sólo existe en la imaginación del líder totalitario ­nadie sabe cómo sería la sociedad perfecta que lograría el socialismo del siglo XXI--se mantiene la esperanza de la gente a través de un proceso permanente de destrucción: no se ha alcanzado la plenitud pues aún no se han terminado de demoler todos los vestigios del mal.

Se mantiene el entusiasmo con frases incendiarias, advirtiendo sobre tormentas que se avecinan, fuerzas del mal que se reagrupan, etc. Convivencia, paz y estabilidad no son otra cosa que señales de alarma, pues reflejarían un pueblo estancado, cansado de la lucha, doblegado por el enemigo. Es inútil intentar conciliar con un régimen totalitario, pues ello se opone a su propia esencia.

­El proyecto totalitario de Chávez "destruirá la libertad, exaltará el egoísmo y detendrá la historia". ¿Cree usted en eso sin atisbo de equívoco? ­

Sin la menor duda. Estas son las consecuencias inescapables de toda experiencia totalitaria. Hacia allá se dirige si se le permite seguir su curso. Destruye la libertad, pues concibe la plenitud definitiva como resultado de la transformación política de las estructuras y no de la acción humana en libertad. Conduce al egoísmo, pues el régimen invade y se apropia de las oportunidades concretas para la generosidad entre personas.

Detiene la historia, pues su esencia es la destrucción.

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