Democracia como forma de vida

La permanencia del orden republicano no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología ni con la voluntad autocrática de poder. O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y la voluntad autocrática de poder en la razón.







Juan Germán Roscio

Juan Germán Roscio

Reivindicar la historia

Debemos hacer resonar las campanas de la historia para recordarnos que alguna vez (1958-1998) el pueblo de Venezuela existió como una República civil, en la cual la justicia, la razón y la amistad cívica fueron los pilares de nuestra convivencia pacífica.

Firma del Pacto de Puntofijo (Caracas, 31 de octubre de 1958)

sábado, 20 de marzo de 2010

Desarrollo, Libertad y la Economía Social de Mercado // Ángel Alvarado Rangel

*Conferencia dictada el día 4 de junio de 2005 en el marco del curso “Temas para la reflexión política”, organizado por la Asociación Civil FORMA en el Auditorio Polar de la Universidad Metropolitana de Caracas.



Introducción

La presente exposición tiene como tema el desarrollo y la libertad. Se explicará cuál es el sentido del desarrollo y cómo éste es posible sólo cuando se expande la libertad.

Aunque general, el enfoque, pretende hacer énfasis en lo económico. Trataré de explicar qué tipo de sistema económico es aquel que expande la libertad integral del hombre.

El enfoque que usaremos no será a posteriori, sino a priori. Los economistas acostumbramos estudiar el pasado para comprender el presente. Esta vez no enfocaremos el problema de esa manera, sino que partiremos de la dignidad de la persona humana y trataremos de describir qué condiciones deben darse para un genuino desarrollo humano; ó lo que es lo mismo, qué características debe tener un sistema económico que respete la dignidad de la persona.

Hablaremos primero sobre qué es desarrollo, luego hablaremos sobre un sistema económico nacido en la Alemania de la posguerra: la economía social de mercado, para finalizar con el marco jurídico de dicha economía.

Aunque no es éste un trabajo empírico ni histórico, en la presentación se intercalarán algunos datos econométricos y algunos ejemplos históricos, que darán a nuestra exposición un apoyo empírico.

El Desarrollo

Vivimos en un mundo de una opulencia sin precedentes, imposible de imaginar dos centurias atrás (Sen, 1999). El crecimiento económico desde principios del siglo de XIX no tiene punto de comparación en la historia de la humanidad.

Somos testigos de excepción de un fenómeno nunca antes visto: el crecimiento económico. Hasta el siglo XVI vivíamos en una sociedad estacionaria, donde nacías pobre y morías pobre, el ingreso de la gente y de los pueblos era estacionario, o sea no variaba con el tiempo. Entre el siglo XVI y el XIX se dan ligeros avances como consecuencia del comercio internacional y del descubrimiento de América.

Sin embargo, es a partir del siglo XIX cuando la humanidad experimenta un crecimiento literalmente exponencial, pasando el ingreso per capita de Europa de unos 1000 $ al año a unos 20.000 $ en el siglo XX. El ingreso per capita se multiplicó por 20 en doscientos años.

Pero este fenómeno no sólo ocurrió en Europa; ha ocurrido también en otras regiones del planeta: Norteamérica, el sudeste asiático y Latinoamérica, en donde Venezuela debe ser incluida. Tal vez África ha sido hasta ahora la excepción, aunque ha habido notables avances, p.e.: Botswana.

Aunque haya períodos de recesión y estancamiento en estos dos siglos, la tendencia ha sido hacia el crecimiento.

Si ustedes me preguntan qué ha ocurrido, respondería que desde el siglo XIX la humanidad ha experimentado una expansión de la libertad, materializada en dos grandes instituciones: la democracia y el capitalismo. Ambas han permitido el desarrollo de nuevas tecnologías, la acumulación de capital físico y capital humano que son, en definitiva, las fuentes del crecimiento.

Son muchos los que miran a la libertad como antagonista del progreso material de los pueblos; sin embargo, la evidencia empírica y la historia señalan lo contrario.

Amartya Sen, profesor emérito de la Universidad de Harvard y premio Nobel de economía en 1998, señalaba en uno de sus libros titulado Desarrollo como Libertad (1999) lo siguiente: “cuando hay mayor libertad hay mayores oportunidades”. Esta aseveración evidente, aunque olvidada por muchas concepciones del desarrollo, es fundamental en la historia de Occidente

La gente pobre lo que quiere son oportunidades y la libertad es fuente de ellas. Para Sen “el desarrollo consiste en remover todos los tipos de esclavitud que llevan al hombre a vivir con pocas opciones en la vida y con pocas oportunidades” (Sen, 1999). Y esas esclavitudes se remueven expandiendo la libertad. Una persona es pobre cuando está privada del algún tipo de libertad: sea política, económica, social, etc.

Un analfabeta es pobre, una persona que no recibe una atención médica digna también es pobre. Un ciudadano que es discriminado por sus ideas políticas y es botado de su trabajo es pobre, una señora que no puede salir de su casa después de la ocho de la noche porque la policía no le asegura su libertad de movimientos también es pobre. La pobreza de estas personas no es material, es una pobreza en su libertad.

Creo que todos ustedes son de alguna manera pobres, según Sen.

Como vemos el subdesarrollo no consiste únicamente en bajos niveles de ingreso, sino en bajos niveles de libertad. El desarrollo que se debe promover es aquel que expande la libertad de la gente.

Por todo lo anterior se puede concluir que el desarrollo no es antagonista de la libertad, sino su consecuencia.

El desarrollo es algo a lo que aspiran todos los pueblos y todas las personas. Es algo a lo que aspiran en principio también los gobernantes. Es un deseo natural inseparable del deseo de felicidad que existe en cada hombre. Todos los hombres quieren ser felices, que nos es otra cosa que decir: que todos los hombres quieren llevar una vida que valga la pena vivirse, una vida verdaderamente humana, una vida plena.

El fin del Estado es expandir la libertad en todas sus dimensiones, es promover el desarrollo del hombre, un desarrollo que para ser verdadero debe ser integral y no únicamente económico. Un desarrollo que permita el desarrollo de “todo el hombre y todos los hombres” (PP). Un desarrollo que debe ser moral, político y social para que sea realmente cierto.

La Economía Social de Mercado

Una vez claros los conceptos, podemos hablar del sistema económico que parece hasta ahora favorecer el desarrollo integral del hombre según lo definido anteriormente.

Ese sistema parece ser el capitalismo.

Se pregunta Juan Pablo II: “¿se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que hay que proponer a los países del tercer mundo? La respuesta obviamente es compleja.”

“Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta es ciertamente afirmativa, aunque quizá sea más apropiado hablar de economía de empresa, economía de mercado, o simplemente economía libre.”

“Pero si por capitalismo se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa” (CA, n. 42).

Esa forma de capitalismo donde se tiene un contexto jurídico sólido al servicio de la libertad humana integral, fue implementado después de la Segunda Guerra Mundial por un grupo de economistas alemanes. Dicho sistema recibió el nombre de economía social de mercado.

Este grupo de economistas se autodenominaban ordo-liberales, algunos de sus miembros estaban relacionados con la Universidad de Friburgo (Alemania), y estaban comprometidos con el libre mercado (Yergin y Stanislaw, 1999). Para ellos “la responsabilidad del Estado era mantener un marco referencial mínimo que promoviera la competencia y evitara la formación de cárteles” (Yergin y Stanislaw, 1999).

“La partícula ordo expresaba su sentido de orden -una cierta jerarquía o forma natural en la sociedad- y apuntaba deliberadamente a ser asociada con la idea medieval de orden natural. Los ordo liberales creían en un Estado fuerte y en una moral social fuerte” (Yergin, 1999), al igual que nosotros. Los ordo liberales construyeron una economía basada en la naturaleza humana, al menos eso parece ser lo que intentaron.

Wilhelm Röpke (1899-1966), economista ordo-liberal, resumía la economía social de mercado así: “no queremos restricciones a la economía de mercado, con su libre competencia y sus mecanismos de precios de libre flotación. Tampoco queremos una economía mixta”.

Y dice más adelante: “También sabemos que si buscamos una economía de libre mercado pura, basada en la competencia, la misma no puede flotar libremente en un vacío social, político y moral, sino que dicha economía debe ser mantenida por un fuerte marco de referencia que contenga esos tres elementos. La justicia, las tradiciones y la moral, las normas y los valores firmes…” (Yergin y Stanislaw, 1999).

Es impresionante el paralelismo entre estas palabras de Röpke y las palabras de Juan Pablo II que leíamos al principio. Ambos concluyen lo mismo - libre mercado: sí; pero con un marco de referencia jurídico y moral.

Es así como la economía social de mercado se mueve dentro de un marco de referencia que no limita la libertad si no que la lleva a su plenitud. De este modo para los ordo-liberales “no había incoherencia entre su compromiso con el libre mercado y su apoyo a una red de seguridad social, es decir, a un sistema de subsidios y pagos de transferencia que cuidaban a los débiles y a los menos favorecidos” (Yergin y Stanislaw, 1999). Dentro de la economía social de mercado, el Estado tenía un amplio campo de acción pero no podía interferir con el mecanismo de mercado.

La economía social de mercado que diseñaron los ordo-liberales estaba basada en tres grandes principios:

Primero: “cada persona singular debe poder lograr su propio bienestar actuando con plena libertad mediante su propio esfuerzo y su propia iniciativa. Esto lo hace posible el mercado cuando opera según las leyes de la libre competencia.”

Segundo: “todas la personas singulares, por razón de la convivencia social misma son responsables del bien común. En consecuencia, la solidaridad de cada uno con el bien de “todos los otros” es un imperativo del fin último de la sociedad, es decir del bien común.”

Tercero: “la autoridad social, esto es, el Estado como gestor que es del bien común, debe intervenir en el orden económico sólo para subsanar las distorsiones que puedan ocurrir por defecto de la iniciativa individual o por deficiencias de la solidaridad social. Vale decir, que el papel del Estado ha de ser en todo caso subsidiario de las deficiencias de la iniciativa y esfuerzo personales o de la solidaridad social.”

La economía social de mercado se aplicó durante el gobierno demócrata-cristiano de Konrad Adenauer de la posguerra en Alemania. Los resultados de la misma llevaron a calificar a Ludwig Enhard –economista ordo-liberal y ministro de Adenauer- como el ministro de economía más exitoso de la historia.

Alemania fue el único país de Europa que no asumió una economía mixta después de la Segunda Guerra Mundial, y en la actualidad es la primera economía de Europa.

La economía social de mercado ha sido la propuesta de los partidos demócrata-cristianos (ahora llamados populares). Los partidos del humanismo cristianos han encontrado en este sistema una propuesta acorde con sus principios.


Marco jurídico y Moral de la Economía Social de Mercado

Decíamos antes con Juan Pablo II que el capitalismo que respeta en grado sumo la dignidad de la persona humana es aquel que está encuadrado en un sólido contexto jurídico puesto al servicio de la libertad humana integral, cuyo centro es ético y religioso. (CA, n. 42)

En esta parte hablaremos de ese marco jurídico y moral, que debe ser el primer deber del Estado en materia económica.

Dice de nuevo Juan Pablo II en la Centesimus Annus: “la actividad económica, en particular la economía de mercado, no puede desenvolverse en medio de un vacío institucional, jurídico y político. Por el contrario, supone una seguridad que garantiza la libertad individual y la propiedad, además de un sistema monetario estable y servicios públicos eficientes” (CA n.48)

Tratemos de ahora de esas cuatro condiciones que debe asegurar el Estado para el desarrollo de la economía.




Libertad individual

Nos centraremos principalmente en la libertad económica.

La historia y la evidencia empírica señalan que las economías donde la gente posee mayor libertad económica o, lo que es lo mismo, el mercado funciona con mayor libertad, poseen en promedio mejores niveles de vida. Dice Amartya Sen que “los mercados típicamente trabajan para expandir el ingreso y la riqueza y la oportunidades económicas que la gente tiene (…) alimentando rápidamente el crecimiento económico y expandiendo los niveles de vida” (Sen, 1999).

Cuando hay libertad en los mercados, se está promoviendo el bien común, porque se promueve la eficiencia y la posibilidad de elegir el tipo de vida que deseamos llevar, el tipo de actividad que deseamos desarrollar. Sin mercados libres esto no es posible. Los mercados, bajo ciertas condiciones (demostración Arrow-Debreu), generan resultados inmejorables.

Quisiera detenerme aquí. Por un lado, tenemos que cuando respetamos la libertad económica, respetamos un derecho básico de la gente contenido en el primer principio de la economía social de mercado, como es que el individuo actúe con plena libertad.

Y, por otro lado, tenemos que los mercados libre generan los mejores resultados. Con lo mercados libre se respeta así la dignidad de la persona humana y se maximiza el bienestar.

Cuando a una persona se le niega la oportunidad de transar un bien, por medio de controles, podemos estar en presencia de una fuente de esclavitud (Sen, 1999). Se le está negando a esa persona un derecho que tiene por ser poseedora de algo. No puedes afirmar que algo es tuyo si no te permiten venderlo.

Hay sistemas económicos que no creen en los mercados libres o insisten tanto en sus fallas que pareciera en el fondo que no creyeran en ellos: el ejemplo típico es el comunismo o el socialismo. En dichos sistemas, el Estado está llamado con su sabiduría a solventar todos los problemas. Muchos de los que promovieron estas concepciones de la economía no se percataron de que los Estados no sólo también fallaban sino que además en el largo plazo son sumamente ineficientes.

En el extremo de la intervención estatal están las economía planificadas (Cuba y Corea del Norte), donde existe un Estado que decide por ti: qué y cuánto consumir, qué y cuánto trabajar, qué y cuánto producir, y hasta cuántos hijo criar. En un sistema así se está violando la libertad personal. Se está asesinando la creatividad humana, el amor al trabajo y al esfuerzo. Se está desintegrando la persona económica y se está haciendo un gran daño a la economía del país.

Son personas que viven en un tipo de esclavitud, ya que otros (los iluminados o miembros del partido único) son los que deciden por ellos.

Además de ser una fuente de esclavitud, la planificación económica central es un gran fracaso. Les hablaré de dos historias: Alemania Oriental y Alemania Occidental: una rica y otra pobre, en una manejaban Mercedes y BMW; en la otra, unos Lada. Eran la misma gente, la misma cultura: la diferencia estaba en el sistema económico. Unos eran productivos y ricos, y otros no. El comunismo no sólo los había esclavizado sino que, además, los mantenía en la pobreza.

La reunificación europea se retrasó cuando Alemania Occidental tuvo que levantar del piso a su hermanita.

El otro ejemplo es Corea del Norte y Corea del Sur. Mientras en una se organizaba un Campeonato Mundial de Fútbol, en la otra sufrían una hambruna. Son la misma gente, con distintos sistemas económicos.

Es imposible planificar la economía de un país. A lo sumo el estado puede “animar, estimular, coordinar, suplir e integrar, ” (MM, n. 53): nunca planificar.

Cuando el Estado no planifica sino que anima, estimula, coordina, suple e integra; estamos respetamos el tercer principio de la economía social de mercado que dice:“el Estado como gestor que es del bien común, debe intervenir en el orden económico sólo para subsanar las distorsiones que puedan ocurrir por defecto de la iniciativa individual o por deficiencias de la solidaridad social”

Amamos la libertad personal, porque es necesaria para nuestra felicidad y para nuestros bolsillos. Debemos tener muy claro que el comunismo no hace otra cosa que cercenar la libertad. En una sociedad comunista no se puede hacer nada donde el Estado no esté metido.


La propiedad privada

Pero para seguir hablando de la libertad personal y su relación con la libertad económica, debemos hablar antes de la propiedad privada.

Douglass North, premio Nobel de economía en 1993, después de haber estudiado los últimos 800 años de la historia económica, encontró que el éxito de Occidente se debía a haber establecido correctamente los derechos de propiedad.

Los derechos de propiedad aparecen por vez primera en el pueblo judío cuando llegan a la tierra prometida. De allí tales derechos pasan a ser parte de la tradición jurídica de Occidente. Son parte de nuestra civilización.

Los derechos de propiedad son la base de una economía de mercado, de una economía de intercambio, ya que no se puede intercambiar lo que no se posee. Una economía de mercado sin derechos de propiedad simplemente no puede existir.

Los derechos de propiedad son un estímulo a la actividad humana, son un incentivo a crear, inventar, emprender. Si sabes que no se va respetar el fruto de tu trabajo, pues simplemente no trabajas, no creas, no inventas, no innovas. Cuando la propiedad privada se respeta, la productividad, la inversión y el crecimiento económico es mayor; como lo demuestran las dos Coreas y las dos Alemanias.

La propiedad privada permite que los bienes se administren mejor. Lo que es de todos se cuida menos que lo propio. Por ello las empresas de propiedad colectiva tienden a ser ineficientes; es necesario que haya dolientes, y esto sólo es posible cuando existe la propiedad privada

La propiedad privada es, también un instrumento para el progreso y la libertad del individuo. Piensen ustedes cómo salir de la pobreza si no te permiten ahorrar, si no te permiten emprender un pequeño negocio, comprar unas tierras, invertir. No se puede progresar sin la propiedad privada. Sin propiedad privada se construye un país de proletarios y no de propietarios

La propiedad privada expande igualmente la libertad individual, porque asegura la libertad económica y la libertad política. Detengámonos aquí.

Cuando no existe propiedad privada o ésta se viola con frecuencia, no es posible hacer política libremente. Porque sin el derecho a la propiedad, el Estado es dueño de todo. Luego el Estado es tu jefe y el jefe de todos en tu familia. Entonces el Estado es quien te paga, quien te asciende, quien te da de comer. Sin propiedad privada necesitas al Estado para vivir.

En tal situación ¿a quién se le ocurre hacer política, si no es dentro del partido de gobierno? Hacer política en tal situación significa arriesgar la seguridad de la familia. Quienes lo han hecho, han sufrido despidos, persecución, discriminación. Si el Estado tiene mucho poder económico, necesariamente tendrá mucho poder político, que podrá usar contra la disidencia. Por ello, cuando se pierde el derecho a la propiedad y la libertad económica necesariamente se pierde libertad política. Cuando se reduce la libertad económica está en riesgo la libertad política.

CADIVI no tiene justificación desde el punto de vista económico; es más, CADIVI es el culpable de las famosas reservas excedentarias. La justificación de CADIVI es política: al cercenar la libertad económica de comprar y vender divisas, estás controlando a los empresarios. Ahora ellos no podrán opinar con libertad; si lo hacen, se acabaron los dólares. Pierdes la libertad económica, pierdes luego la libertad política.

Cuando defendemos los derechos de propiedad no estamos defendiendo los intereses de los que tienen; cuando defendemos los derechos de propiedad estamos defendiendo el fruto del trabajo que el hombre tiene derecho a disfrutar.

Los que tienen, lo tienen porque lo han trabajado, no porque se lo han robado (aunque hay excepciones, pero no es lo normal). Y el Estado debe proteger ese trabajo, que muchas veces es el trabajo de varias generaciones atrás que han trabajado muy duro para lograr amasar esa riqueza.

Las invasiones no son justas, y la Ley de Tierras tampoco. Cuántas de esas haciendas han sido sacadas adelante con tantos sacrificios. En Santa Bárbara hace un calor horrible, la plaga es infernal: sacar adelante lo que ahora son haciendas muy productivas ha sido toda una gesta de muchas familias que han trabajado muy duro. Debemos respetar los derechos de propiedad para respetar el fruto del trabajo de la gente y resguardar la libertad económica y política.



Sistema monetario estable.

Pasemos a hablar ahora del tercer elemento del marco jurídico y moral: el sistema monetario estable.

El sistema monetario estable se refiere a que las personas tienen derecho a recibir su salario en una moneda que tenga valor, y que ese valor sea respetado en el tiempo. Esto quiere decir que el Estado debe asegurar bajas tasas de inflación.

Cuando existe inflación, el costo de la vida aumenta. Con inflación, el trabajador que no tiene ahorro en divisas, observa cómo con su salario cada vez compra menos. Hay un viejo dicho que dice que los precios suben por el ascensor y los salarios por las escaleras. Con inflación, los salarios decrecen.

Altas inflaciones reducen el ingreso de la gente, reducen las inversiones (nadie toma préstamos) y aumenta la desigualdad de la población, porque los que tienen activos sobreviven, pero los que tienen como único activo su trabajo se ven perjudicados al ver que sus salarios se reducen gracias a la inflación.

Cuando hablamos de un sistema monetario estable nos referimos también a tipos de cambio estables. En Venezuela la inflación se ha movido en conjunto con el tipo de cambio. Con lo que es necesario también un tipo de cambio estable -aunque es una condición necesaria mas no suficiente para la estabilidad de precios.

Un Estado que arregla sus cuentas fiscales con devaluaciones es un Estado que está maximizando su propio bienestar, pero no el bienestar de la nación. Es un Estado que no está al servicio de la gente, sino que pone la gente a su servicio.

Robert Sirico comenta acerca de esto lo siguiente: “la cuestión de un sistema monetario estable es una cuestión moral, porque los más directamente afectados por tal inflación - que casi siempre nace de una inspiración gubernamental al imprimir más dinero del que debería existir en la economía- son aquellos que tienen ingresos fijos (los obreros), o que viven de su jubilación o que no tienen dinero”

Un sistema monetario estable con baja inflación ha sido parte de la receta del milagro económico asiático y parte de nuestras altas tasas crecimiento económico entre 1920 y 1978, cuando experimentamos una tasa de crecimiento económico de 8%. Para que tengan una idea, esto quiere decir que nuestro ingreso nacional se duplicaba cada 8 años más o menos.

Hasta 1978 en Venezuela no sabíamos qué era eso de la inflación, teníamos una de las inflaciones más bajas del mundo, por debajo del promedio de los países desarrollados. Con la aparición de la inflación, no ha vuelto aparecer el crecimiento económico, nuestras tasas actuales de crecimiento son casi cero, lo cual quiere decir que retrocedemos.

Más allá de la evidencia empírica, el sistema monetario estable es, en última instancia, una cuestión moral, de respeto a los ingresos de la gente. La inflación es un “robo” invisible que hace el Estado, también llamado impuesto inflacionario. Te meten la mano en el bolsillo sin darte cuenta.

Servicios públicos eficientes

El último aspecto que debe asegurar el Estado son unos servicios públicos eficientes, que deben estar al servicio de la persona y su iniciativa propia. En este sentido, los servicios públicos deben buscar la creación de nuevas empresas y la formación de capital humano.

Para ello es necesario que el Estado asegure el imperio de la ley, lo cual implica un sistema de justicia que funcione y asegure el cumplimiento de contratos, bajos niveles de corrupción, una burocracia eficiente y un sistema regulatorio que promueva la competencia.

Un país lleno trabas y trancas, lleno de suspicacias hacia los empresarios y la inversión, es un país que difícilmente encontrará la senda del crecimiento económico.

El gran éxito de la economía taiwanesa y de las demás economías asiáticas ha sido que el Estado se puesto al servicio del empresario. Dice Yergin y Stalislaw que “el gobierno (taiwanés) se preocupaba constantemente por promover el surgimiento de un empresariado”

El empresario y las empresas son algo indispensable en el crecimiento. “ El Santo Padre -dice Robert Sirico- compara la función del empresario a ciertas virtudes cristianas, las virtudes de la honradez y del ahorro, la perseverancia y del trabajo arduo (…) y dice también que aquellos sistemas que destruyen la vocación del empresario son injustos”

La riqueza se crea, “y el hecho de que una persona haya acumulado riqueza -dice Sirico- no quiere decir que ha empobrecido a otras”

Alentar el surgimiento de un empresariado competitivo, y orientado hacia el exterior, es una condición necesaria para el desarrollo económico. Los servicios públicos deben estar en función de tal objetivo, ya que en última instancia los empresarios son los artífices del crecimiento económico.

Hablemos ahora de la formación de capital humano y su relación con los servicios públicos eficientes.

La riqueza se crea a través de la formación de capital humano. Gary Becker, premio Nobel de economía en 1992, dice en una conferencia que dictó en el Vaticano que “existe una íntima y transparente relación entre la inversión en capital humano y la disminución de la pobreza (…) el capital humano se refiere a laS habilidades, la educación, la salud y el entrenamiento de la personas”

Acrecentar ese capital humano es el servicio público que con mayor ahínco debe promover el Estado.

Nuestra principal riqueza no es el petróleo, son loS niños, incluso los de la calle, es nuestra gente. La principal riqueza de una nación es el capital humano, un ser bien preparado física, intelectual, moral y religiosamente.

Gary Becker, después de una serie de regresiones económetricas, concluyó que el 80% de la riqueza de una nación moderna está constituida por su capital humano, el cual se forma principalmente en la familia; el 20% restante de la riqueza se debe al capital físico.

¿Y saben qué más encontró Becker? Que la madre de familia es la responsable y la principal formadora de este capital humano.

El Dr Goh Keng Swee fue quien diseño el milagro económico de Singapur. Goh decía que los profesores de economía estaban equivocados al describir el milagro económico en Singapur; decía él que la verdaderas responsables del milagro eran las madres de familia que hacían hincapié en que sus hijos estudiaran ciencias y matemáticas en la escuelas.

Nuestra riqueza está en nuestra población joven. Pero para que no se pierda ese capital humano se requieren padres responsables, familias acogedoras y escuelas accesibles (Schooyans).

Debe el Estado incentivar la estabilidad familiar y hacer entender a las madres de nuestro país que el futuro está en sus manos, porque la madre enseña a los niños -dice Gary Becker- a “ordenar sus cosas, es enfermera de ellos, es juez que hace paz cuando hay riñas, es confidente y consoladora, enseña a rezar, es motorista, hace cola en el supermercado, ayuda a hacer los ejercicios de la escuela, estimula la iniciativa y el ahorro, despierta el sentido de responsabilidad y enseña a colaborar con otros”. Becker concluye que la madre de familia aporta al PIB un 30%.

No cabe duda que el Estado debe proteger la familia, porque es la fuente de valores y de hábitos -según Becker- en los países libres y no tan libres; y continúa diciendo que la clave del éxito de los tigres asiáticos estuvo precisamente en los “buenos hábitos de trabajo y valores” de su gente.

Y junto a la promoción de la familia, el acceso de todos a una educación de calidad, porque el conocimiento -dice Gary Becker- es el poder del mundo moderno. Sin duda alguna, el conocimiento y la verdad son fuentes de libertad.

Conclusión

La economía social de mercado es una concepción todavía imperfecta, pero muy útil, de lo que debe ser la economía de un país y la economía del mundo.

Su grandeza radica en su enfoque a priori, basado en la dignidad humana, y el poder de sus consecuencias a posteriori, a través de la evidencia empírica y los ejemplos históricos.

La economía social de mercado reconoce tanto el valor del mercado como sus límites en el marco de una concepción integral de la persona humana. La economía social de mercado deja muy claro el papel del Estado como agente necesario para la eficiencia del sistema. Es una concepción cónsona con el pensamiento del Papa Juan Pablo II y con la dignidad de la persona, que anhela vivir en libertad y alcanzar un auténtico desarrollo.

Debemos seguir profundizando en estas ideas y prepararnos para la lucha ideológica. Debemos tener presente que es necesario cambiar la cultura política de nuestro país, y la única forma de hacerlo es a través de una guerra de guerrillas intelectual. La historia demuestra que es posible.

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